lunes, 15 de junio de 2009

>>Parsimonia<<

Hay tres perros negros esta noche: su nombre, su recuerdo, y su ausencia. Hay tres perros negros en la soledad de esta calle y la compañía es grata; ligera, ausente, sutil. Se respira en la calidez del viento, en la quietud del alma, en el seno mismo de la noche abierta; largos espirales de humo trepando la eternidad del aire, densos de azul y ayeres buenos. Y emanan de sus fauces, hocicos de fuego como perros perdidos, matizadas fumarolas con olor a cenizas por fin apagándose en medio de la bruma que arrastré por corazón.
Me escoltan. Uno a cada lado y el tercero al frente, mascarón de mi nuevo barco, surca la tierra como negras olas de cemento y pesada espuma de asfalto gris. Seis ojos salvajes queriendo intimidarme, quince sentidos pendientes de los míos: humanos, erróneos, imprecisos…tan humanos, tan míos.
Susurra en mis oídos el tibio cantar del silencio, liviano y tranquilo, sin rencores ni miedos; sonata orquestada por el mudo sonido de mis pasos ajenos a este mundo: la suela urbana no deja en el suelo ni en tiempo, el tenue beso de un eco perfecto…solo destila la paz buscada y que poco a poco encuentro, lento-lento, voy hallando lo que he buscado.
Una hermosa luna de yeso cuelga sobre nosotros, y amenaza con caer sobre la desnudez de nuestras cabezas, pálidas de camino.
Hay tres perros negros esta noche: tranquilo, seguro, y atento. Hay tres perros en la soledad de esta calle, y cuatro cabezas le aullamos al cielo.
Me siento tranquila,
con la tranquilidad que da el silencio de
no estar en ningún lado...si no estás aquí,
ni allá...por que sentir??
no tengo pena...pero no tengo nada...